Aprendiendo ingles en Irlanda por Nico Fernandez

En mayo del año 2018, con 25 años, emprendí mi viaje a estudiar ingles en Irlanda.  No había podido conseguir uno de los 100 cupos que entrega la Working Holiday Irlanda para los chilenos, y como no me quería quedar con las ganas, busqué otra forma de partir al viejo continente. Para esto, contraté un curso de inglés que te otorga una visa de estudiante por 8 meses, tiempo que consta de seis meses de clases más dos meses de vacaciones. Esta visa se puede renovar hasta dos veces contratando nuevos cursos de inglés, por lo que, si quieres, puedes estar hasta 2 años en Irlanda.

Antes de iniciar mi viaje, llevaba 4 años trabajando como informático en la quinta región, pero sinceramente, los últimos 2 años habían sido muy malos. El estrés era mucho, las ganas de trabajar eran cada vez menos y necesitaba despejar mi mente. Por esa razón busqué la forma de irme al extranjero para tener una experiencia que me permitiera vivir algo nuevo y que me hiciera sentir mejor. Quería relacionarme con nuevas personas y conocer una nueva cultura, y estaba seguro que, con un par de días de vacaciones, eso no era posible. Así decidí embarcarme en algo un poco más ambicioso.

Los primeros días en Dublín fueron muy entretenidos. Era una experiencia completamente nueva, el horario era distinto y nunca me había hospedado en un hostal, por lo que todo era fascinante para mí. Estuve 3 semanas viviendo en ese lugar, donde conocí muy lindas personas, con las que hasta hoy intercambio “me gusta” en Facebook o Instagram, y con algunas incluso mantengo comunicación.

Debo reconocer que tuve mucha suerte en mi búsqueda de un lugar para vivir. Fui a conocer sólo un departamento y con ese me quedé. Eso no quiere decir que mi estadía en ese lugar fuera muy tranquila, porque el modo de vivir en Dublín -al menos en el centro- es caótico. Viven muchos extranjeros en cada departamento y con muy poco espacio para cada uno. Para que se hagan una idea, yo arrendaba una cama en un camarote junto a dos personas más en una pieza, y en el cuarto de al lado, dormían seis personas repartidos en 3 camarotes, y todos juntos, compartíamos un solo baño ¡Uf!

Si bien es cierto que mi nivel de inglés era relativamente bueno gracias a mi formación en la enseñanza media, decidí prepararme mejor con la ayuda de una amiga que es profesora de inglés. Gracias a eso pude hilar de mejor manera las conversaciones y sobre todo perder la vergüenza al momento de hablar. Mi nivel de inglés me ayudó notoriamente a la hora de relacionarme con la gente de allá, a pesar del particular acento de los irlandeses.

Tengo que reconocer que una de las cosas que más que costó de esta experiencia, fue comenzar a ser completamente independiente. Toda mi vida había estado con mis papás en Viña y ésta era mi primera vez viviendo solo. Al momento de ir a buscar trabajo tuve que dejar de lado la vergüenza, porque una de las formas más efectivas de conseguir empleo allá, es ir presencialmente a los lugares, entregar el currículum (al gerente en lo ideal) y que vean directamente tus ganas de trabajar. Caminé muchas horas por Dublín buscando trabajo, y no llegaba nunca una real oportunidad. Pero mi suerte cambió cuando un amigo me dio el contacto de la encargada de RRHH del café donde él trabajaba. Sin pensarlo dos veces, le mandé mi CV y me citaron a una entrevista. Ese mismo día hice mi training, como una especie de prueba en donde te hacen trabajar un par de horas para que vean tus ganas y lo que eres capaz de hacer.

Me quedé trabajando como 4 meses en ese lugar – Bewleys Café-, un café que tiene gran reputación en Irlanda e Inglaterra. Mi cargo era Kitchen Porter, que consistía en trabajar en la cocina limpiando, lavando los utensilios, ollas, platos, etc. Trabajaba 5 días a la semana, con un aproximado de 40 horas en el verano, pero después mis horas disminuyeron a 30 aproximadamente.

Una de las buenas cosas que tiene Irlanda es el sueldo mínimo. Yo ganaba 1 euro más que el mínimo establecido por hora de trabajo, es decir, 10.50 euros. Y los días domingo, ganaba 11.50 euros por hora. Con la suma de todo me alcanzaba para pagar mis gastos básicos, pero además podía ahorrar bastante. Pagaba 400 euros por el alojamiento, 20 por el plan de celular, 120 euros aproximadamente en el supermercado por el mes. Con mis compañeros de cuarto muchas veces comprábamos cervezas entre los 3 y de esa forma nos salía más barato que salir a un pub a tomar.

Mis mejores recuerdos de este viaje son, por lejos, todos los países que visité, los lugares que conocí, y los amigos que hice. Además, rescato con mucho orgullo la experiencia de vivir solo, de afrontar la vida en un país diferente (culturalmente hablando), con un idioma y un acento tan distinto. Aprendí mucho de mí mismo y de lo que era capaz de lograr.

Cuando volví a Chile en enero del 2019 fue todo muy extraño, pensé que me iba a costar más adaptarme de nuevo al ritmo, pero la verdad es que no fue así. Encontré trabajo nuevamente como informático en marzo (menos de dos meses de haber vuelto) y debo reconocer que haber mejorado mi ingles en Irlanda fue fundamental para conseguir ese puesto.

Para terminar, mi consejo para las personas que quieran emprender un viaje de este tipo, es por sobre todas las cosas ¡quitarse los prejuicios! La vida es increíble, y para aprender y conocer, necesitamos salir de nuestra zona de confort. Es por esto, si tienes las ganas y la oportunidad de irte al extranjero – ya sea con una working holiday o a estudiar idiomas- ¡hazlo! La experiencia es impagable. Aprenderás a conocerte, a reconocer tus límites y te darás cuenta de que puedes lograr mucho más de lo que creías.

Cualquier cosa que les gustaría preguntarme sobre mi experiencia, algo que no haya quedado claro no duden en preguntarme por mi instagram @Niferarg.

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