Cuando decidí que quería hacer una cuarta Working Holiday, jamás me imaginé que podría disfrutar tanto de la vida viviendo en un lugar con 6 meses de invierno…

Junto a la Clem, mi polola francesa, que había conocido en Australia 4 años atrás, estábamos un poco preocupados por nuestro futuro. Es bastante difícil tener una relación y vivir juntos en un país con alguien que tiene un pasaporte distinto al tuyo… siempre requiere bastante burocracia. Después de haber vivido juntos por 4 años en 3 países distintos gracias a la WHV, casi habíamos agotado las opciones para no separarnos. La Working Holiday visa que Clem había obtenido en Chile, estaba pronto a terminar y nosotros buscábamos desesperadamente un lugar para seguir la aventura juntos.

Canadá se presentó como una gran oportunidad. Yo, por mi edad, casi 32 años, no me quedaban muchas opciones para postular a una nueva Working Holiday. Sin pensarlo dos veces, decidimos poner todas nuestras fichas en esta visa. Nuestro futuro como pareja, en cierto modo, dependía de ella.

En octubre de 2016 se abrió el proceso de postulación y postulamos cada uno por su lado. Ella, con el pasaporte francés, yo, con el pasaporte chileno. Cruzamos los dedos para que la suerte estuviera con nosotros. Sabíamos que el proceso podía ser largo. Además, dependía mucho del azar, así que, una vez inscritos, decidimos olvidarnos del tema y seguir disfrutando de nuestro día a día para que el estrés no nos matara.

Mayo 2017: habían pasado 7 meses desde la postulación. Me encontraba tomando una taza de café cuando mi teléfono sonó. Mi cuerpo se paralizo al ver “donotreply / you have a new message…”. ¡Supe de inmediato que la famosa invitación a postular, por fin había llegado! Lamentablemente a Clem no le había llegado nada. Sabíamos que eso podía pasar, era parte de la apuesta.

Tomamos la decisión más sensata: aceptar y postular a la visa, mientras ella seguía esperando su invitación. El año pasó volando, y con él, la suerte de Clem para obtener la visa disminuía cada día. Lo peor que podía pasar sucedió, las visas se acabaron y el proceso de ese año cerró. Ella tuvo que volver a inscribirse al proceso por segunda vez el siguiente año.

14 meses pasaron desde mi inscripción antes de que el tan esperado mensaje llegó. ¡No lo podíamos creer! Después de casi un año y medio, por fin pudimos gritar a los 4 vientos ¡nos vamos a Canadá!

Al contrario de muchos chilenos que viajan a Canadá, yo quería ir a la parte francesa porque quería seguir practicando mi francés. Había pasado un año viviendo en Francia con la WH y no quería perder lo aprendido. Pero hay algo que nadie me había advertido, el francés canadiense es como el español chileno: ¡una cosa extraña con un acento raro, que se parece, pero que nadie lo entiende!

Mayo 2018: nuestro avión aterrizó en Montreal, para mí, era el primer encuentro con américa del norte y sin duda fue algo que me sorprendió. Allá todo es formato XXL: Bebidas de 3 litros, helados de 3 litros, autos gigantes, casas para 10 personas, pero donde solo viven 2, etc…

¡Desde el principio, sabíamos que la gran ciudad no sería nuestro hogar ya que habíamos hecho la tarea antes de viajar!  Unos meses antes de partir a Canadá, habíamos enviado decenas de cv a cuanto lugar turístico encontramos en la región de Quebec. Uno de ellos nos respondió, hicimos la típica entrevista por Skype y sin más, fuimos aceptados por Jeremie y Claire en su magnífico complejo turístico.

Canopee-lit es el nombre del resort ecológico, donde pasamos el verano, ubicado 600 km al noreste de Montreal, en Tadoussac, allá donde se produce el sirop d’erable, donde las ballenas se ven desde tu ventana, donde se vive la verdadera vida Quebecoise! ¿Mi trabajo? En las últimas Working Holiday la cocina fue el trabajo en el que me especialice. No soy chef de profesión, pero si un amante de la comida. Así que me dejaron, ni más ni menos como encargado de cocina: hacer pan, granola, panqueques y de vez en cuando pizzas, para los sábados de fiesta.

¡Estuvimos 5 meses compartiendo con muchos viajeros de todo el mundo que trabajaban con nosotros, pero el Julien, se llevó nuestra amistad!  Un canadiense de no más de un metro sesenta, copia de Kurt Cobaine pero en formato llavero, amante de la música y de los tatuajes. Fue nuestro mentor, guía y amigo. Con el aprendimos a vivir como un verdadero canadiense del campo: paseando en moto cuatro ruedas por los interminables bosques boreales, remando en kayak por los increíbles fiordos, bebiendo cervezas a destajo y como no, haciendo asados de alce.

El viento helado comenzó a soplar cada vez más fuerte. Era el anuncio que la corta temporada de verano comenzaba a terminar. ¡Había que poner en marcha nuestro siguiente plan: ¡viajar en nuestra querida Tadou, una Mitsubishi outlander del 2006 que habíamos comprado y remodelado para ser nuestro hogar en las siguientes semanas!

Abrazos, besos y cervezas fueron la tónica al dejar nuestro primer hogar. Lejos de estar tristes, estábamos ansiosos de partir. A pesar de que el invierno, poco a poco, se dejaba entrever: ¡noches con temperatura negativa y primeros nevazones, decidimos subir el volumen de la música y dejarnos llevar por el Quebec y el norte de los Estados Unidos! Dos países, cuatro estados y más de 5000 kilómetros en un poco más de un mes, fue la aventura que decidimos emprender.

Cada día nos maravillamos con hermosas ciudades, disfrutamos de trekking fantásticos en los parques nacionales que aparecían en nuestro camino. De un momento a otro, miles de taxis amarillos nos rodearon: ¡habíamos llegado a Nueva york, una ciudad que sorprende con su majestuosidad, hasta al más patiperro! Sería la última gran parada de nuestro improvisado road trip.

Era finales de octubre y el invierno ya no daba tregua. Habían anunciado la primera tormenta de nieve y nosotros teníamos que buscar una casa en la que pasaríamos el temido invierno.

Drummondville, una ciudad mediana no muy lejos de Montreal sería nuestro nuevo hogar, para trabajar. Utilizando nuestra mejor carta de presentación, encontramos rápidamente un trabajo en La Maison d’Herbes, un café especializado en productos con cáñamo: comida sazonadas con semillas de cáñamo, infusiones de cáñamos que acompañaban los tés y cafés, ropa hecha con esta espectacular planta. Cat, la manager, se encargaría de darnos la bienvenida y con el paso de los días su gran amistad. Una vez más, estuve a cargo de la cocina, esta vez mi labor consistía en desarrollar el nuevo menú. Clem, sería la segunda al mando en el café, por ende, la tenía como jefa ajaja.

Ahora comenzaba lo bueno…  lo que tanto esperábamos, ¡por fin comenzó el invierno! La primera tormenta dejo más de un metro de nieve, las temperaturas inmediatamente bajaron a -15 y nosotros como abejas en la miel, disfrutando de todas las bondades que tenía para ofrecer.

Algunos dicen que en Chile hace frio, bueno, yo era uno de ellos. A los pocos días me di cuenta lo equivocado que estaba. Mi chaqueta, pantalón y zapatos regalones que tantos inviernos me mantuvieron calentito, pasaron inmediatamente al olvido. Tuvimos que comprar TODO para soportar 6 meses de verdadero frío.

La cantidad de actividades que se pueden hacer al aire libre nos sorprendieron. ¡Queríamos hacer de todo! Los patines de hielo fueron la primera inversión, por tan solo 10 CAD (como 5 lucas) nos permitían ir al bosque a 10 minutos de la casa para patinar libremente.

En Francia, dos años antes, había aprendido a esquiar, así que era el momento para seguir practicando. El esquí de fondo, una mezcla de patinaje y esquí en terrenos relativamente planos, fueron la sorpresa de la temporada. No había semana en que no nos arrancábamos un rato en el bosque para intentar sortear las interminables pistas.

Trineo tirado por perros, pesca en hielo, moto nieve, trekking en los lagos congelados, ahhhh, ¡cómo te extraño frío y crudo invierno…!

Abril 2019: cuando el hielo y la nieve comenzaron a dar paso al agua, supimos que este increíble año lleno de aventuras y aprendizajes estaba llegando a su fin. No podíamos estar más agradecidos de Canadá, sobre todo por su gente y su naturaleza salvaje.

Había llegado una vez más el momento de seguir buscando aventuras y lugares que conocer. 3 meses por américa del sur pasando por Colombia, Ecuador, Perú serían los destinos antes de volver a mi querido Chile.

¿Te dieron ganas de vivir un año en Canadá?

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